Cinco habilidades necesarias para intervenir en comunidades virtuales
Publicado el Viernes, 14 May. 2021
Este es el cuarto artículo de la serie sobre Intervenciones Sociales en Comunidades Virtuales. En este recorrido exploratorio que he hecho en el campo de las Comunidades Virtuales, han surgido nuevos datos que confirman una articulación hacia un nuevo desarrollo del campo de intervención socio comunitaria.
Las comunidades virtuales son una realidad. Hace 30 años existían dos dimensiones: la cotidiana y la intersubjetiva, esa que formaba parte del mundo de las fantasías e imaginaciones, que para hacerla concreta la debíamos plasmar en una hoja de papel o en un relato, o en una maqueta. Este mundo intersubjetivo era el campo exclusivo de las ciencias y las artes, donde podíamos desprendernos de las limitaciones de lo físico y lo material para explorar nuevas fronteras.
Ahora bien, la dimensión virtual ha irrumpido a un ritmo frenético, arrastrando con su aparición paradigmas, teorías y praxiologías hacia la papelera de reciclaje. Ha hecho desaparecer un número importante de ideas, reemplazándolas por otras nuevas. Ha movido las bases de nuestras cosmovisiones. Y todo esto aún sigue sucediendo mientras escribo estas líneas. Creo firmemente que tengo el enorme placer de vivir un cambio de época. Que he nacido en un mundo que ya no existe y que voy a dejarlo en otro totalmente diferente.
Esta revolución que está pasando está siendo negada por buena parte de los profesionales y paraprofesionales del campo de las intervenciones sociales y comunitarias. Atornillados a sus sillones académicos, algunos se aferran melancólicamente a fotos de un pasado que ya no existe. La calle, la comunidad, el sujeto comunitario, los derechos, el territorio… todo, absolutamente todo está en constante transformación. Aparecen nuevos derechos, nuevas variables en las configuraciones territoriales, las distancias comienzan a percibirse de otra forma, el impacto de las acciones también. Y lo virtual ha emergido como una dimensión que se ha tratado de relegar a la caja de recursos. Muchos creen que es simplemente otra forma de hacer lo mismo. Que en vez de convocar a través de carteles, lo podemos hacer enviando un Whatsapp. Y no es así. Muy por el contrario. Esos reduccionismos, producto del miedo a lo nuevo y del riesgo al cambio en el statu quo, es el primer error que cometemos cuando ambas dimensiones se entremezclan en nuestras intervenciones.
Ahora bien, ¿cuáles habilidades debemos tener para intervenir en comunidades virtuales? ¿Alcanza con lo que sabemos o debemos incorporar nuevos conocimientos? ¿Son suficientes nuestros marcos conceptuales? Todos estos interrogantes están en movimiento en mi cabeza y ordenándose progresivamente. Sí he comprendido que las profundas transformaciones sociales vividas los últimos 40 años, momento en que se construyó el cuerpo de conocimientos de las intervenciones sociales, cuestiona todo lo escrito hasta hoy y exige una revisión profunda esos edificios teóricos y praxiológicos.
Vayamos a lo nuestro: ¿existen habilidades para intervenir en comunidades virtuales? Si. Y el siguiente listado es un intento exploratorio para identificar esas habilidades:
1.- Gestión de las conversaciones
El término Gestión de las Conversaciones lo escuché por primera vez en el año 2011 cuando asistía a un curso universitario sobre Economía Social. En una de las temáticas los profesores, con buen tino, invitaron a un empresario social que se dedicaba al acceso de poblaciones vulnerables a servicios básicos. Él no hizo hincapié en el dinero, ni en los recursos, sino en la Gestión de las Conversaciones. Y de entonces me parece central desarrollar esta habilidad. Gestionar las conversaciones es tener la capacidad de transformar los parloteos en diálogos. El parloteo es individual. El diálogo incorpora al otro. El diálogo es conocimiento construido entre dos. En las comunidades virtuales sobreabunda el parloteo y es uno de los enemigos de la construcción de comunidad virtual. Transformar el parloteo en diálogo y marcar un rumbo construye una conversación. La conversación es encuentro y el encuentro construye vínculo, que construye redes de vínculos, que construye comunidad.
2.- Resolución de conflictos
La resolución de conflictos es central en la intervención en comunidades virtuales. Principalmente porque el lenguaje se ve recortado por la exclusividad del canal digital. El interventor deberá adoptar preferentemente un modelo de negociación ganar – ganar. Debido a que las posibilidades de escalar en la construcción virtual permiten la generación permanente de nuevos espacios virtuales, es el modelo que mejor se implementa.
3.- Seguimiento
Presencia, paciencia, permanencia. La tríada de las P que me enseñaron cuando pisé por primera vez una comunidad hace más de 20 años hy están más que vigentes en las comunidades. Debemos luchar contra la ilusión de lo efímero. Porque como en las comunidades tradicionales una fiesta masiva en un pueblo no hace una comunidad, una viralización o apoyo masivo no construirán una comunidad virtual. El seguimiento refiere a estar, respetar los tiempos, marcar la presencia, ofrecerse como recurso.
4.- Contención
¿Se puede contener a la distancia? ¡Por supuesto! La mayoría de las personas que forman parte de las comunidades virtuales encuentran alguna forma de contención en las redes virtuales que no encuentra en sus matrices vinculares tradicionales ni en sus comunidades tradicionales. Adolescentes le preguntan a pares sobre su identidad sexual, adultos que piden consejos sobre profesionales o simplemente postean: “¿Alguien para hablar?”. Coordinar, liderar, o implementar proyectos en comunidades virtuales va a exigir la presencia de nuestra habilidad de contener a travpes de ofrecer una escucha, un texto, una información o una nueva conexión en la red.
5.- Prevención
Tal vez prevenir sea una habilidad de elaborada adquisición, pero al mismo tiempo podría ser la más útil. Aquí no utilizo el término prevención al modo de campaña, sino de anticipación. Anticiparse es prevenir: el surgimiento de conflictos, la falta de espacios de contención, la irrupción de posturas fanáticas o extremas. La lectura dinámica de lo que “está pasando” nos anticipa “lo que puede pasar”. El presente contiene pistas del futuro. Están ahí, el devenir se muestra en los pequeños detalles, en las dinámicas vinculares, en la carga del significado de las palabras que circulan, en el reforzamiento o el debilitamiento de los nodos de las redes.
Cuando pretendemos de los actores comunitarios una movilización para cambiar su presente debemos ser concientes de lo difícil que puede ser movilizarse, de la envergadura de nuestras intenciones. Ok, aquí asumo lo difícil que es pensar por fuera de nuestros supuestos, pero también la relevancia que tiene hacerlo. Esto de ampliar nuestro campo laboral es una acción colectiva. Hay que crear la demanda. Hay que visibilizarse. Las comunidades virtuales existen. Llegaron para quedarse. Sólo resta definir qué vamos a hacer nosotros: ignorarlas y acariciar las amarillentas fotos de los logros de antaño o aceptar la aventura de lo desconocido.