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Dejá de evitar los vínculos y construílos adecuadamente

Dejá de evitar los vínculos y construílos adecuadamente

Si bien el campo de las intervenciones sociales es vasto, complejo y altamente efectivo, existe desde hace más de cincuenta años como tal. Entonces, podemos decir que no es un campo de intervención joven novedoso, incipiente. No, ya no lo es.

Ha desarrollado teorías, técnicas y praxiologías desde diferentes ramas del conocimiento para las más variadas aplicaciones. Desde ventas hasta campañas de vacunación. Los asesores políticos leen nuestros desarrollos y muchos pastores religiosos compran libros sobre abordaje social y comunitario cuando aún no se les ha secado la tinta.

Dentro de este amplio campo de intervención siempre me incliné por el abordaje social comunitario. De hecho, mi especialización como Psicólogo la obtuve en Psicología Social Comunitaria. Y tal vez sea una deformación profesional, pero, como Psicólogo, los vínculos fueron parte de mi formación básica universitaria e intenté incorporarlos a mi práctica comunitaria.

Siempre me han hecho dudar aquellas intervenciones que deshumanizan a los sujetos. Aquellos profesionales que tienen que marcar una diferencia social, de rango o intelectual entre sí y el otro al que pretenden ayudar. Esas distancias construidas por los dispositivos teóricos me atrajeron porque era un convencido de la utilidad y existencia de las redes sociales, las tramas vinculares, la participación, el sentido psicológico de pertenencia, la transmisión generacional de saberes, los apoyos mutuos. Todos ellos implican vínculos. Y no hay nada más antagónico a un vínculo sano que una distancia que no se puede explicar, o una asimetría caprichosa (definida unilateralmente, sin razón aparente) .

Con el tiempo entendí que muchos de esos interventores “enchufan” su narcisismo al papel social que actúan (en este caso como salvadores) y obtienen una mirada de agradecimiento, sumisión o adoración que los llena de energía y les da sentido de existencia. Pero también había muchos otros interventores que establecían esa distancia y esa asimetría caprichosa para resguardarse de las emociones e implicancias de vincularse.

E aquí la cuestión: en una intervención social, sea comunitaria o grupal, es imposible no vincularse. Más aún: vamos a buscar vincularnos. ¿Porqué? Porque la construcción de vínculos es una parte fundamental de la intervención. Y no importa cuál sea tu formación, NO PODRÁS EVITAR LOS VÍNCULOS:

  • El ser humano es un sistema abierto. Intercambia permanentemente información y energía con su medio ambiente (o si prefieres, con su entorno social).
  • Esa apertura hacia el afuera es una de sus características maravillosas. En ese espacio intrapsíquico se produce el encuentro entre lo individual y lo social. Donde le permite cambiar y ser cambiado en ese intercambio.
  • Esta apertura construye en su psiquismo una instancia, la subjetividad, que es la que permite la incorporación del idioma, significaciones, representaciones sociales, sentido de pertenencia, cultura, y otro listado de contenidos psicológicos individuales de origen social.
  • Así, el ser humano, en este intercambio, en esta construcción del espacio subjetivo, se convierte en un Sujeto. Porque tiene la capacidad de pensarse así mismo. Puede tomarse como objeto. Y desarrolla la capacidad de establecer una relación con otros objetos (los objetos más importantes con los que forma relación son los otros sujetos).
  • Entonces, su psiquismo, se va a constituir como un grupo. En el sentido que su personalidad, por una serie de mecanismos implicados en su desarrollo, está formada por un sistema de apoyos múltiples (los otros), estén presentes permanentemente o no. (Porque, además, hemos adquirido la conservación de objeto. Extrañar a una persona que no está demuestra esa conservación de objeto).

Cuando intervenimos lo hacemos como sujetos, y así, ponemos los puntos desarrollados anteriormente en juego. Y es imposible no vincularse. Siempre vamos a establecer algún tipo de vínculo. Con lo cual, esta dimensión vincular, emocional, de implicancia tiene que ser incorporada como una variable presente en la intervención. Tenemos que preguntarnos cómo nos afecta, cuál es la distancia óptima que debemos construir con los sujetos comunitarios, para qué nos vinculamos, que características están reflejando esos vínculos.

Hay que dejar de luchar contra los vínculos en las intervenciones sociales. Estuvieron presentes en la primera intervención (la Intervención Mítica), y hoy se siguen produciendo.

La vía vincular, es un diferencial competitivo respecto de otros abordajes sociales comunitarios. Cuando nos animamos a incorporar los vínculos a nuestra caja de herramientas muchas situaciones comienzan a encontrar una explicación, y se abren nuevos caminos que creíamos cerrados, o incluso no sabíamos que existían.

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