En mi libro sobre Diagnóstico Comunitario describo de manera temprana las dos herramientas fundamentales para las intervenciones psicosociales: la escucha y la palabra. Hoy desarrollaré un poco más la primera (Escucha), aunque la segunda (Palabra) abunda más entre los parloteadores que entre los autores. El interventor es un autor, porque inscribe; mientras el parloteador es aquél por el que la palabra circula sin decir ni inscribir demasiado. Advertían aquellos seguidores de la pedagogía de la liberación que hacer como sí, y no transformar nada, es un acto de paganismo en el Abordaje Social Comunitario. Hoy esa advertencia se reedita en aquellos que sólo parlotean y parlotean.
Pero esto de la palabra, los parloteadores y los autores es harina de otro costal.
Hoy quiero que nos convoque la escucha.
El sentido de la audición es particularmente insistente. Es el único sentido que nunca descansa. Cuando dormimos, sigue alerta, mientras nuestra conciencia desconecta el resto de sus pares. Oir es diferente de escuchar, ya que esto último incluye el acto de la interpretación. Básicamente vivimos oyendo, pero no todo lo que oímos lo escuchamos.
Escucha y Palabra son las herramientas básicas de los Psicólogos Sociales Comunitarios y herramientas básicas también de aquellos que trabajan en el campo social, sanitario o en todo ámbito en el que sea necesario escuchar e interpretar lo que el otro convocado dice. Desde un arquitecto que escucha activamente los deseos de esas personas sobre cómo quieren que sea su hogar hasta el médico que intenta desentrañar un relato padeciente para entender lo que pasa.
La Escucha se entrena a través de la formación y la práctica, dos vertientes fundamentales de un buen Saber Hacer. En el Abordaje Social Comunitario activamos la Escucha para detectar las Necesidades Sentidas de los sujetos comunitarios. Estas Necesidades no son las nuestras, ni las del sistema de valores que portamos. Son las Necesidades Sentidas por todos aquellos Sujetos Comunitarios que hicieron uso de la palabra en los espacios que creamos para que pudieran expresarse.
Escuchar adecuadamente va asociado a dos aspectos fundamentales: el desprejuiciamiento y la habilidad de preguntar. El desprejuiciamiento es un proceso interno de autoconocimiento que busca evitar imponer nuestra visión del mundo por sobre el de la comunidad y acceder a los aspectos reales de la vulnerabilidad psicosocial que se están produciendo en la comunidad. Y preguntar es un efecto de la escucha activa. Toda escucha activa permite encontrar en los múltiples discursos que despliega la comunidad sus intersticios para indagar.
En la escucha, durante los procesos de intervención psicosocial, es importante implicarse. Estar implicado es algo que nos vamos a exigir en tanto interventores, en tanto pretendamos convertirnos en Agentes de Cambio Social. Implicarse significa poner a disposición nuestros conocimientos. Pero por sobre todas las cosas, es poner el cuerpo. ¿Qué significa poner el cuerpo? Que voy a construir vínculo con otros (Andamiaje Vincular Comunitario). Y construir vínculos es el nivel de compromiso mayor al que se puede aspirar. Ahí están dadas las condiciones de inicio de una transformación real.
No escuchamos todo. Sería imposible filtrar tal cantidad de información. Nuestra escucha va a estar orientada por el marco lógico (en mi caso el Abordaje Social Comunitario, que está disponible en mi página en forma de Ebook gratuito) y el modelo de intervención que adoptemos (elijo el Modelo Vincular de Abordaje Comunitario). Marco lógico y modelo serán los que determinen cómo y qué escuchar reduciendo la incertidumbre que representa la vastedad comunitaria.