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Las personas desesperadas no tienen tiempo

Las personas desesperadas no tienen tiempo

El abordaje comunitario es una metodología compleja, pero a la vez, sumamente eficaz para reducir vulnerabilidades psicosociales. También es muy eficaz para construir procesos de desarrollo grupal, comunitario y social. No es actualmente lo más extendido, pero en un futuro próximo se erigirá como la metodología más utilizada para el trabajo con personas.

Todavía la mayoría de profesionales de la salud, políticos, educadores, letrados y personas que trabajan en el Tercer Sector insisten en la solución individual de los problemas colectivos. Como si esto no fuera en sí una importante contradicción que deben cargar a cuestas. Esta contradicción acumula frustraciones y fracasos. El abordaje individual clasifica, separa, describe y serializa a los sujetos. Los despersonaliza, les quita el entramado con el que llegan a solicitar ayuda. Una persona en situación de vulnerabilidad psicosocial no es la suma de los estímulos a los que estuvo expuesto. Tampoco es los procesos neurocognitivos que en él se manifiestan. Mucho menos la información que se recabó en un formulario de necesidades habitacionales. Su condición responde a una serie de factores ambientales, culturales, sociales, psicológicos, biológicos y de época. Todos juntos, haciendo bulla al mismo tiempo. Y, además, como factor de suma importancia, es también las redes vinculares que porta y las estrategias de supervivencia que construyó hasta aquí.

Ellos (los sujetos en condición de vulnerabilidad psicosocial) bajo el discurso del “tú eres único e irrepetible” son negados en su dimensión grupal, comunitaria y social y puestos en una interminable fila uno detrás de otro. A esperar su turno. Y cuando llegue la hora ver qué recursos quedan para cada quien.

Las personas en situación de vulnerabilidad psicosocial están sometidas a unas presiones cotidianas que en la mayoría de los casos consumen todos sus recursos psíquicos. El hecho de levantarnos para tener que ver cómo llegamos al día siguiente es aterrador, y de un nivel de movilización emocional que todo lo nubla. Lo que rige es el aquí y ahora. No hay tiempo para pensar, sólo para actuar. Si me levanto, tengo que resolver la comida del mediodía para mí y mis hijos. A la tarde estoy pensando cómo resuelvo la cena. Y así, en un loop desgastante. Lo mismo para la renta, la boleta de la luz, la seguridad del barrio, los pañales y un largo etcétera.

La noción del tiempo para la persona en situación de vulnerabilidad es la misma que para quien se encuentra en una crisis: el tiempo fluye caóticamente, los plazos se acortan, no hay salida, haga lo que haga no se modifica la situación. Las amenazas se agigantan, los vínculos sufren un proceso de dramatización exagerado, la sensibilidad reina. Hay que ser cuidadosos en el qué y cómo decir.

Las personas en situación de vulnerabilidad psicosocial buscan respuestas, no preguntas. Buscan acciones, no reflexiones. Necesitan soluciones, no escenarios confusos. Por eso es importante recordar que, si bien el Modelo de Abordaje Vincular Comunitario es altamente eficaz para la resolución efectiva de situaciones de vulnerabilidad psicosocial y para el desarrollo comunitario, ambas posibilidades requieren ser tomadas con lógicas diferentes.

El desarrollo marca otros tiempos, otros espacios. No reina la ansiedad, la sensación de fin del mundo inminente. En el desarrollo no están en juego cuestiones de subsistencia, sino de crecimiento. Y por ello muchos proyectos que dicen que trabajan para el desarrollo fracasan: porque en realidad están tratando de resolver vulnerabilidades.

 

A ver, que quede claro: resolver una vulnerabilidad social no es emprender acciones de desarrollo.

La lógica, los tiempos, el diseño, el uso de los recursos, el tipo de andamiaje vincular que se construye es totalmente diferente.

Los sujetos en situación de vulnerabilidad psicosocial no tienen tiempo porque para ellos el tiempo es un bien escaso. La contemplación es un lujo que no se pueden permitir. Pero esto, antes de intervenir, ya lo tenemos que saber desde que realizamos el diagnóstico y diseñamos el proyecto comunitario. Porque esos sujetos fueron tomados en cuenta por nosotros como sujetos comunitarios. Esto significó incorporarlos en nuestro abordaje con sus vínculos, sus tramas y sin recortes arbitrarios.

Entonces, te recomiendo, llegado el punto de diseñar el proyecto comunitario, que consideres intervenciones de corta duración y de alto impacto. Que tal vez no sean las que más se sostengan en el tiempo. Pero son las que podrán sacar momentáneamente a los sujetos comunitarios de la sensación de encerrona que implica vivir dentro de una crisis. Y tal vez esta intervención de corta duración y alto impacto no deba ser la única, porque en mi experiencia con una sola no alcanza. Sólo después de que los sujetos comunitarios se permiten por un segundo abandonar la inmediatez, es cuando construimos la oportunidad de pensar un poco más a largo plazo.

Aquí no se trata de forzar, se trata de aportar estratégicamente. Respetando glocalidades, libertades, identidades, derechos. Pero también sabiendo a cada paso de qué se trata lo que estoy haciendo.

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