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¿Por qué lo Comunitario? Los malestares de la intervención

¿Por qué lo Comunitario? Los malestares de la intervención

¿Estás cansado de trabajar y trabajar y que tu tarea no sea reconocida? ¿Llegas a tu casa con la sensación de que al día siguiente vas a tener más trabajo? ¿Las personas para las que trabajas (empleadores y beneficiarios) cada día se quejan más y cuestionan tu trabajo? ¿Crees que nadie valora lo que haces? ¿Al mismo tiempo crees que lo que haces tiene un valor alto para resolver diferentes problemáticas?

¡Bienvenido al campo de las intervenciones sociales y psicosociales!

Dejando las bromas de lado, estas situaciones planteadas a modo de comercial de trastos de cocina se repiten una y otra vez en el devenir de nuestras tareas. Resolvemos un problema y aparecen tres. Dejamos a alguien contento y se enojan otros dos. Llevamos el último papel para finalizar el trámite y nos informan que falta uno más (siempre falta uno más).

Las formas en las que trabajamos, los encuadres que nos construimos, la forma en que las organizaciones nos contienen hacen agua por todos lados. Y muchas veces nos sentimos descontentos. Y descontentos vemos que se sienten muchos que nos rodean. Basta entrar a cualquier grupo de redes sociales, exponer un tema problemático y ver cómo cientos y miles se identifican y expresan el mismo malestar.

Pero aquí, más allá de definir que estamos viviendo la “era de los malestares”, me interesa volver a las intervenciones sociales y psicosociales. Ya seas médic@, enfermer@, psicólog@, trabajad@r social, urbanista, educad@r, acompañante terapéutico, cooperativista o trabajes para mitigar problemas sociales o para el desarrollo social, este es un tema que te atraviesa.

La primera fuente de los malestares son los métodos anacrónicos de intervención con los que estamos conviviendo. Si bien desde diferentes disciplinas y áreas de conocimiento se vienen desarrollando alternativas en las metodologías de abordaje, aún impera el modelo uno a uno. Y quiero decir: basta. Es imposible afrontar los nuevos desafíos de manera serial. Estos métodos quedarán reservados a las problemáticas de cada sujeto donde no se podrán evitar las individualidades. El resto deberá ser otra cosa. Sabemos que una de las causas de muerte preponderantes son las relacionadas al corazón. ¿Y qué hacemos? Vamos a consulta médica, el médico nos da un discursillo sobre cuidarnos, nos medica y a casa a otra cosa. ¿Alcanza? No. ¿Insistimos en esos modelos? Si. ¿Conclusiones? Cada vez más muertes por enfermedades coronarias.

Y así con todo: ¿su hijo tiene algún problema de aprendizaje? A la fila a hacer una evaluación. ¿Usted no es feliz? A la fila de la psicoterapia. ¿Tiene capacidades diferentes? A la fila a esperar un acompañante terapéutico. Así no va a alcanzar nunca. Nunca.

No estoy planteando que el abordaje individual no sirva. Planteo que no alcanza.

La segunda fuente de malestar: ¿Sabes qué otra cosa no alcanza? Lo que hemos aprendido. Porque mientras nos formábamos, había gente en otras aulas haciendo lo mismo, desde otros puntos de vista y con otros objetos de estudio. Ellos tal vez estaban abordando lo mismo que nosotros desde otras aristas y con otras intenciones. Pero el objeto de abordaje tal vez era el mismo. Además, cuando llevamos el conocimiento a la calle, a las escuelas, a los hospitales, a las comunidades, las personas a las que queremos ayudar tienen también otros conocimientos que en muchos casos son tan valiosos como el nuestro.

La tercera fuente de malestar: nos formamos y lo que sabemos nos da una seguridad difícil de abandonar. Situación paradójica: muchas veces algo que no funciona es mejor que la nada o lo nuevo. Por lo menos con esto que sé algo hago algo. Aunque eso sea insuficiente o me genere malestares. Entonces diagramamos de arriba abajo. Y sólo concebimos un sujeto de supuesto saber: nosotros. Nos cuesta dejar entrar otros puntos de vista, otras versiones de nuestra realidad. Ceder terreno y mostrarnos como lo que somos: seres incompletos.

¿Hay cura? Puede ser. Mi propuesta no es la panacea, pero ayuda y mucho a estos problemas que nos atraviesan en lo cotidiano. Desde hace mucho tiempo me plantee trabajar desde la Metodología del Abordaje Social Comunitario. Porque rechazo que el abordaje uno a uno sea la respuesta a todo. Porque estoy convencido que en otros lugares, desde otras disciplinas, hay personas tratado de hacer lo mismo que intento día a día y me pueden enriquecer. Y por sobre todas las cosas, no me creo que sea el único que sabe cómo hacerlo.

La Metodología del Abordaje Social Comunitario es transdisciplinaria, territorial y situacional. Genera un encuadre de trabajo. Resguarda la tarea, a los sujetos sobre los que intervengo y me resguarda a mí. Esta metodología me pide que construya un Modelo de Abordaje, que es donde tengo que acomodar las herramientas que tengo para usarlas adecuadamente.

Repito: no es la panacea. Pero he dejado de sentir muchos malestares.

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