La palabra Comunidad es usualmente usada para describir un lugar determinado, con personas que viven y forman parte de ese lugar. Esta definición, nominal, que da nombre a un grupo que queremos identificar, poco sirve en el caso de que queramos contribuir a su desarrollo.
La Comunidad, para la Psicología Comunitaria y otras profesiones es un Objeto de Estudio. Es decir que sobre ella se teoriza, se la hace una cosa capaz de ser abordada, recortada, analizada y modificada. ¿Esto está bien? Si, ya que no significa que los científicos sociales la manipulen, sino que la eleven a un status superior al conocimiento del sentido común. Significa también que le den relevancia, tiempo y recursos.
La Comunidad como objeto de estudio es una unidad de análisis cuyas principales características son:
- Está formada por un conjunto de personas.
- Está inserta en un territorio (un espacio geográfico, psíquico y virtual, mayor donde articula su diario vivir con otras comunidades).
- Contiene un relato histórico particular.
- Cuenta con una matriz vincular que le da forma a su devenir.
- Sus límites están dados por los límites que sus habitantes le dan (sentido psicológico de pertenencia).
Nos vamos a encontrar, cuando realicemos un abordaje comunitario, con comunidades religiosas, deportivas, barriales, políticas. Comunidades abiertas, cerradas, virtuales, dispersas o muy concentradas geográficamente.
Darnos cuenta ante qué Comunidad estamos es nuestra tarea, producto del diálogo (conocimiento construido entre dos) que establezcamos con las personas del lugar (sujetos comunitarios).
Pensada de esta forma la Comunidad pasa de ser un Objeto Teórico a un Objeto Abordable (Abordaje Comunitario). Pasamos de poder pensarla a poder hacer algo junto a ella.